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lunes, 29 de octubre de 2012

Los dinosaurios: reptiles de sangre caliente

Hoy dejamos de lado la física (que el blog está empezando a ser monotemático) para meternos en el mundo de la paleontologia, igual de apasionante y especulador que la física teórica.

Jirafa, ejemplo de animal rumiante 
La revista Nature ha publicado (para ser más exactos en julio de este año) un 
estudio 
que 
analiza 
las
 líneas 
de 
paro 
del 
crecimiento
 (LAGs)
 en
 los 
huesos 
de varias especies de 
rumiantes 
actuales, un número de especies muy elevado, lo que hace que este sea un estudio bastante consistente y potente a nivel científico.
 Los
 resultados
 muestran
 que
 la
 presencia
 de
 estas
 líneas 
no 
es característico 
de 
una 
fisiología 
ectoterma (que 
no 
genera 
calor 
interno), 
como 
se
 pensaba (viva el dogma de fe),
 ya
 que
 todos
 estos
 mamíferos
 de
 sangre
 caliente
 presentas estas marcas en sus estructuras oseas.
 Este
 estudio
 desmonta 
así 
el 
argumento 
clave 
de 
la 
hipótesis 
que  estipulaba que 
los 
dinosaurios presentaban una fisiología ectoterma, lo que los convertía en animales de
 sangre 
fría (como las inmensa mayoría de reptiles actuales). 
El 
trabajo 
lo 
han llevado a cabo 
investigadores 
del 
Institut 
Català 
de 
Paleontologia 
Miquel
 Crusafont
 (ICP) 
en 
colaboración
 con
 un
 investigador 
del 
Instituto 
Polar 
de 
Noruega.

Las
 LAGs
 se
 ven
 en
 cortes
 de
 huesos
 como
 unos
 anillos
 oscuros
, muy similares
 a
 los
 que
 encontramos 
en 
los 
troncos 
de 
árboles. 
Los 
anillos 
se 
forman, 
en 
los 
mamíferos 
estudiados 
y
 en 
los 
árboles, 
durante
 las 
estaciones 
desfavorable 
(el
 invierno 
o 
la 
estación 
seca),
 en 
la 
que 
se
 detiene
 el
 crecimiento
 del
 organismo
 por
 falta
 de
 nutrientes y o otros factores.
 La
 presencia
 de
 LAGs
 en
 huesos
 era, 
hasta 
ahora,
 considerada 
el 
indicio
 de 
ectotermia 
más 
claro, 
ya 
que 
se 
relacionaba 
el 
paro
 estacional
 de
 crecimiento
 con
 la
 incapacidad
 del
 animal
 de
 mantener
 una
 temperatura
 corporal
 más
 o 
menos
 constante 
(endotermia) 
durante 
las estaciones más duras para los organismos.

Según palabras de 
la 
investigadora
 de 
ICREA 
y 
paleontóloga
 del 
ICP 
Meike 
Köhler: “El
 estudio
 que
 hemos
 hecho
 es
 muy
 potente,
 por
 la
 cantidad
 de
 material
 y
 la
 diversidad
 de
 especies
 con
 las
 que
 hemos
 trabajado,
 pero
 no
 lo
 diseñamos
 para
 encontrar 
la 
respuesta
 a 
la 
termofisiología
 de 
los 
dinosaurios. 
Nosotros 
pretendíamos
 conocer 
mejor 
la 
fisiología 
de 
los 
mamíferos 
actuales 
y 
queríamos 
entender 
cómo 
el
 ambiente
 los
 afecta:
 cómo
 cambia
 su
 crecimiento
 en
 función
 de
 la
 temperatura
 exterior,
 de 
las 
lluvias 
o 
de 
la 
disponibilidad
 de 
alimentos 
y 
agua”.

Las 
lluvias
 y 
las
 restricciones
 de 
alimento 
y
 agua,
 y 
no 
tanto 
la temperatura
 exterior son los factores verdaderamente condicionantes para el desarrollo de los organismos.
 Este 
descubrimiento 
abre 
una 
importante
 línea
 de
 trabajo
 en 
la 
conservación 
de 
la
 biodiversidad presente en 
nuestro 
planeta.
La 
investigadora 
Meike
 Köhler
 remarca: “Puede
 sorprender
 un
 poco
 que
 hasta
 ahora
 no
 se
 hubiera
 hecho
 un
 estudio
 sistemático
 similar
 para
 probar 
o 
desmentir 
si 
sólo 
los 
ectotermos 
dejan 
estas 
marcas
 en
 los 
huesos 
durante 
su 
crecimiento. 
En 
el 
fondo,
 hay 
tantas
 cosas
 que 
no
 sabemos,
 que
 la
 ciencia
 no
 avanza
 siempre
 linealmente.
 Las
 ideas
 de
 alguna
 forma
 ya
 hacía
 tiempo
 que 
estaban 
en 
el
 aire, 
pero 
el 
trabajo 
que 
hemos 
publicado 
las
 ordena 
y 
las
 basa 
en 
datos”.

De
 hecho,
 algunos
 trabajos
 anteriores ya ponían en duda esta
 hipótesis
 y
 en
 la
 comunidad
 científica 
internacional
 cada 
vez 
había 
más
 consenso 
sobre 
el 
hecho 
de 
que 
las 
LAGs 
quizás 
no
 indicaban necesariamente la 
ectotermia en los animales.
 Del
 mismo
 modo,
 habían
 aparecido
 ejemplos
 de
 mamíferos
 que
 sí 
parecían
 tener
 LAGs
 en 
los 
huesos, y obviamente, estos tienen la sangre caliente. 
Este 
trabajo 
finalmente concluye las elucubraciones sobre la temperatura sanguínea y la capacidad homeostàtica (mantener las condiciones internas constantes) de los dinosaurios.

En 
el 
estudio 
han 
participado 
también 
los 
investigadores 
del 
ICP 
Xavier
 Jordana,
 profesor
 de
 posgrado
 de 
la 
Universidad 
Autónoma 
de 
Barcelona
(UAB)
 y 
Nekane 
Marín,
 doctoranda 
de 
la
 misma 
Universidad.

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