Hoy dejamos de lado la física (que el blog está empezando a ser monotemático) para meternos en el mundo de la paleontologia, igual de apasionante y especulador que la física teórica.
Jirafa, ejemplo de animal rumiante |
Las
LAGs
se
ven
en
cortes
de
huesos
como
unos
anillos
oscuros
, muy similares
a
los
que
encontramos
en
los
troncos
de
árboles.
Los
anillos
se
forman,
en
los
mamíferos
estudiados
y
en
los
árboles,
durante
las
estaciones
desfavorable
(el
invierno
o
la
estación
seca),
en
la
que
se
detiene
el
crecimiento
del
organismo
por
falta
de
nutrientes y o otros factores.
La
presencia
de
LAGs
en
huesos
era,
hasta
ahora,
considerada
el
indicio
de
ectotermia
más
claro,
ya
que
se
relacionaba
el
paro
estacional
de
crecimiento
con
la
incapacidad
del
animal
de
mantener
una
temperatura
corporal
más
o
menos
constante
(endotermia)
durante
las estaciones más duras para los organismos.
Según palabras de
la
investigadora
de
ICREA
y
paleontóloga
del
ICP
Meike
Köhler: “El
estudio
que
hemos
hecho
es
muy
potente,
por
la
cantidad
de
material
y
la
diversidad
de
especies
con
las
que
hemos
trabajado,
pero
no
lo
diseñamos
para
encontrar
la
respuesta
a
la
termofisiología
de
los
dinosaurios.
Nosotros
pretendíamos
conocer
mejor
la
fisiología
de
los
mamíferos
actuales
y
queríamos
entender
cómo
el
ambiente
los
afecta:
cómo
cambia
su
crecimiento
en
función
de
la
temperatura
exterior,
de
las
lluvias
o
de
la
disponibilidad
de
alimentos
y
agua”.
Las
lluvias
y
las
restricciones
de
alimento
y
agua,
y
no
tanto
la temperatura
exterior son los factores verdaderamente condicionantes para el desarrollo de los organismos.
Este
descubrimiento
abre
una
importante
línea
de
trabajo
en
la
conservación
de
la
biodiversidad presente en
nuestro
planeta.
La
investigadora
Meike
Köhler
remarca: “Puede
sorprender
un
poco
que
hasta
ahora
no
se
hubiera
hecho
un
estudio
sistemático
similar
para
probar
o
desmentir
si
sólo
los
ectotermos
dejan
estas
marcas
en
los
huesos
durante
su
crecimiento.
En
el
fondo,
hay
tantas
cosas
que
no
sabemos,
que
la
ciencia
no
avanza
siempre
linealmente.
Las
ideas
de
alguna
forma
ya
hacía
tiempo
que
estaban
en
el
aire,
pero
el
trabajo
que
hemos
publicado
las
ordena
y
las
basa
en
datos”.
De
hecho,
algunos
trabajos
anteriores ya ponían en duda esta
hipótesis
y
en
la
comunidad
científica
internacional
cada
vez
había
más
consenso
sobre
el
hecho
de
que
las
LAGs
quizás
no
indicaban necesariamente la
ectotermia en los animales.
Del
mismo
modo,
habían
aparecido
ejemplos
de
mamíferos
que
sí
parecían
tener
LAGs
en
los
huesos, y obviamente, estos tienen la sangre caliente.
Este
trabajo
finalmente concluye las elucubraciones sobre la temperatura sanguínea y la capacidad homeostàtica (mantener las condiciones internas constantes) de los dinosaurios.
En
el
estudio
han
participado
también
los
investigadores
del
ICP
Xavier
Jordana,
profesor
de
posgrado
de
la
Universidad
Autónoma
de
Barcelona
(UAB)
y
Nekane
Marín,
doctoranda
de
la
misma
Universidad.
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