Mercurio es un mundo de extremos. La temperatura durante el día en el planeta más próximo al Sol puede subir hasta los 400ºC cerca del ecuador, un calor suficiente como para derretir el plomo. Junto con la noche, caen las temperaturas, hasta alcanzar la friolera de -150ºC.
Sin embargo, algunas zonas de Mercurio son un poco más estables. En el interior de algunos cráteres polares del diminuto planeta, hay regiones que nunca ven la luz del Sol, por la sombra que les hacen los borde. La temperatura en esas zonas permanece fría durante todo el día. Nuevos datos de la sonda MESSENGER de la NASA, presentados en marzo en la Conferencia Anual de Ciencia Lunar y Planetaria, corroboran la antigua hipótesis de que Mercurio tiene bolsas de agua congelada escondida en esos cráteres umbríos, a pesar de la cercanía con el Sol.
Desde el año 2011, la sonda MESSENGER orbita en torno al planeta más interior del sistema solar, cartografiando su superficie con un detalle sin precedentes. Los mapas de los cráteres polares realizados por el satélite concuerdan con imágenes anteriores de los polos, tomadas por radares terrestres, que mostraban algunas áreas anormalmente brillantes (zonas que reflejaban las ondas de radio mucho mejor que el terreno circundante, igual que hace el hielo).
Pero el radar también muestra zonas brillantes en cráteres más pequeños y en latitudes más bajas, que mantienen en su interior temperaturas menos apropiadas para el hielo. Estos depósitos, requerirían, posiblemente, una fina capa aislante en su superficie, quizás un material de grano fino (regolito), para evitar la sublimación del hielo.
De hecho, los datos de la sonda MESSENGER parecen confirmar la existencia de algún tipo de material aislante, que cubriría el hielo que pueda haber en los cráteres. Las temperaturas en esas zonas de penumbra son las adecuadas para depósitos de hielo cubiertos por regolito y oscurecidos por compuestos orgánicos, explicó David Paige, de la Universidad de California en Los Ángeles.
Según Paige, los nuevos datos muestran, de forma bastante concluyente, que estas formaciones descubiertas hace tiempo por radares terrestres están compuestas, sobre todo, por agua congelada térmicamente estable.
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