En las primeras semanas de abril, virólogos y responsables de salud pública de todo el mundo pusieron sus ojos en China después que el virus de gripe aviar H7N9 saltara a los seres humanos a partir de aves de corral infectadas, provocando severas enfermedades y muertes en Shanghai y en las provincias vecinas. Hualan Chen, jefa del Laboratorio de Referencia de la Gripe Aviar en Harbin, puso a su equipo a trabajar. Según narra la revista Nature en su resumen del año, los científicos dejaron de lado otras investigaciones para centrarse en el H7N9 y encontrar su vía de transmisión a los humanos de los pájaros u otros animales. Estaban tan ocupados, dice Chen, que «varios perdieron de cuatro a cinco kilos durante las primeras seis semanas».
Menos de 48 horas después de que el primer caso fuera confirmado, el grupo de Chen, junto con investigadores del Centro de Control de Enfermedades Animales de Shanghai, recogió cerca de 1.000 muestras del suelo, agua, granjas avícolas y mercados de animales vivos en Shanghai y la vecina provincia de Anhui. 20 dieron positivo en los mercados de Shanghai. Rápidamente, las autoridades los bloquearon y la tasa de nuevas infecciones se desplomó de inmediato. La rápida y transparente respuesta de los investigadores chinos fue aplaudida en todo el mundo.
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