Estrenare el blog hablando de la apasionante guerra literaria que mantuvieron Francisco de Quevedo y Luis de Góngora. Los poemas creados durante esta intensa batalla de ingenio son brillantes a la par que maliciosos.
Se inició todo cuando llego a los oídos del maestro Góngora que circulaban ciertos poemas que imitaban o parodiaban los suyos propios escritos bajo el seudónimo "Miquel de Musa". El poeta cordobés detectó con rapidez como el joven Quevedo minaba su reputación y ganaba fama a su costa, de forma que decidió atacarlo con una serie de poemas; Quevedo no dudo en aceptar el duelo y contestó. Así dio comienzo una gran enemistad que duró hasta la muerte del cisne cordobés (Góngora), quien dejó en estos versos constancia de la deuda que Quevedo le tenia contraída.
No es fácil entender todas las referencias, pero le ingenio burbujea en cada verso. Todos los insultos posibles se cruzan entre metáforas audacese ingeniosas asociaciones, llevando la lengua castellana a los extremos más extremos y expresivos del conceptismo.
Los más famosos autores del Barroco español demostraron que el insulto y la burla, se podian llevar acabo desde la elegancia, la sutileza y el arte. A continuación el poema "A una nariz"; un regalo de Francisco de Quevedo a su "amigo" Góngora.
A UNA NARIZ
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado
Érase un espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egipto;
las doce tribus de narices era.
Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.
Me ha parecido gracioso el verso "A una nariz". Es una cosa peculiar que actualmente se conozcan estos versos ya que muy poca gente joven (que debes tener 20 o así, si me disculpas la indiscreción) que citen a poetas como Quevedo o Góngora. Yo no lo había leído, gracias Marc.
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