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lunes, 30 de septiembre de 2013

Científicos coreanos consiguen fabricar gasolina gracias a la bacteria E. Coli

La producción sostenible de gasolina está cada vez más cerca. Un equipo de científicos coreanos ha conseguido, con técnicas de biología sintética, fabricar por primera vez gasolina sin necesidad de recurrir al petróleo ni a ningún combustible fósil. En lugar de petróleo han utilizado a una de las bacterias más estudiadas por el ser humano, la «Escherichia coli» (E. coli) (la misma que puso a Europa en jaque el año pasado con los pepinos y los brotes de soja). Vive en el interior del intestino, entre las heces humanas, y es responsable de muchos de los episodios de diarrea que padecemos. Pero también se puede manipular y conseguir que trabaje en nuestro favor.
Con ella se ha logrado producir insulina para tratar la diabetes e interferones para el cáncer. Ahora un grupo de investigadores coreanos ha conseguido manipularla para fabricar la primera biogasolina. Los detalles de este éxito científico se publican en la revista «Nature».

Se trata de un hallazgo revolucionario que podría acabar con la dependencia del oro negro. Hoy la mejor "alternativa" es el biodiésel procedente de aceites vegetales o grasas animales, sin embargo no pueden utilizarse en los motores modernos, pasando por alto que para obtener los aceites vegetales se borran de la faz de la Tierra una cantidad de hectáreas de bosque tropical monstruosa. La gasolina bacteriana sí sería totalmente compatible sin tener que modificar el motor para su uso. De momento, su capacidad de fabricación es mínima, aunque el grupo coreano ha logrado producir 580 miligramos de gasolina por litro cultivado. El objetivo a largo plazo es mejorar la producción y abaratar el coste.

No es la primera vez que se fabrica combustible con fabricación microbiana -recientemente un equipo de científicos británicos desarrolló diesel-, pero sí la primera vez que se puede demostrar la fabricación de gasolina, el combustible más demandado en el mundo.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Fotografiado uno de los fenómenos celestes menos frecuente

Cualquiera que nunca haya oído hablar de ellos y casualmente los vislumbre en medio de una tormenta puede llevarse un buen susto. No es para menos. Unos flashes rojos, brillantes, con forma de columnas, zanahorias o medusas flotando en el cielo que aparecen y desaparecen en una milésima de segundo despiertan la imaginación de los más descreídos. Los científicos los han bautizado con razón con el nombre de las criaturas míticas de los cuentos, pero estos «duendes de las tormentas», como se les conoce, no son ni figuras fantasmales, ni avistamientos ovni ni ninguna otra cosa sacada del más allá. Se trata de fenómenos eléctricos muy luminosos extremadamente difíciles de observar, por lo que resultan generalmente imperceptibles a no ser que uno tenga la suerte de estar mirando directamente a ellos.

Estas ráfagas de luz se producen a más de 80 kilómetros sobre el suelo y pueden elevarse hasta 48 km de altura, pero duran solo unos pocos milisegundos. Por eso, son muy difíciles de ver desde el terreno y durante mucho tiempo solo los pilotos de líneas aéreas informaban de sus apariciones. Estos testimonios se han producido durante casi un siglo antes de que los científicos de la Universidad de Minnesota atraparan unos «duendes» accidentalmente con su cámara, en julio de 1989. Desde entonces, investigadores a bordo de aviones han conseguido fotografiarlos de vez en cuando, pero lograrlo sigue siendo algo excepcional. En 2010, fueron grabados en vídeo de alta velocidad por primera vez en Europa. Y un grupo de científicos, con la ayuda de la televisión japonesa NHK, repitió la hazaña en 2011 desde un avión en los cielos de Denver, Colorado.

Las últimas imágenes de «duendes de las tormentas» han sido tomadas por los mismos investigadores de la Universidad de Alaska-Fairbanks con una cámara digital y una cámara de vídeo de alta velocidad durante varios vuelos de investigación en medio de tormentas sobre el estado de Nebraska.

El equipo estudiará las imágenes para averiguar qué procesos físicos y químicos provocan estos duendes, que pueden adquirir distintas formas como columnas, zanahorias o medusas y colores, que van del azul al rojo o el blanco. Además, a los rayos, como generadores de moléculas orgánicas, se les atribuye una importante contribución a la «sopa primordial» que, de acuerdo con las actuales teorías, dio lugar a la aparición de la vida en la Tierra. De la misma forma, permiten entender mejor otros fenómenos, como los rayos gamma de origen terrestre (TGF, Terrestrial Gamma-ray Flash), que también se desarrollan sobre las tormentas eléctricas.

Confirmada la existencia de otro elemento químico

Científicos de la universidad sueca de Lund presentan esta semana enThe Physical Review Letters nuevas pruebas que confirman la existencia de un elemento químico desconocido: el que posee el número atómico 115 en la tabla periódica.

El nuevo elemento pertenece al grupo de los superpesados y todavía no ha sido ‘bautizado’ oficialmente, aunque su nombre temporal esununpentio (Uup).

El experimento que ha llevado a su análisis se ha desarrollado en el centro de investigación GSI (Alemania). "Ha sido un experimento muy exitoso y uno de los más importantes en este campo en los últimos años", destaca Dirk Rudolph, profesor de la división de Física Atómica en la Universidad de Lund.

Los resultados confirman mediciones anteriores efectuadas por grupos de investigación en Rusia, en concreto en el Instituto Conjunto para la Investigación Nuclear en Dubna.

Ahora, los investigadores han bombardeado una fina capa de americio con iones de calcio, de forma que han podido medir los fotones en relación con la desintegración alfa del nuevo elemento. Ciertas energías de los fotones concuerdan con las energías esperadas para la radiación de rayos X, que se considera una ‘huella dactilar’ de cada elemento.

Además de las observaciones del ununpentio, los investigadores también han tenido acceso a datos que ofrecen una visión más detallada de la estructura y propiedades de los núcleos atómicos superpesados.

Un comité internacional revisará los nuevos hallazgos para decidir si se necesitan más experimentos antes de que el descubrimiento del nuevo elemento sea reconocido de forma oficial.