Microscopia electrónica de barrido de S. pneumoniae |
Las bacterias están por todas partes, a nuestro alrededor e incluso en nuestro interior. Algunas son inocuas, otras muy beneficiosas e imprescindibles pero otras... causan enfermedades. Hay otro grupo de bacterias, como la abundante Streptococcus pneumoniae, que escapan a las clasificaciones previamente nombradas: son oportunistas que de la noche a la mañana pueden cambiar de bando.
En condiciones normales, S. pneumoniae, vive en nuestras fosas nasales sin causar ninguna molestia, simplemente está ahí. Pero de vez en cuando en su afán por huir de cualquier peligro se lanza a la colonización de otras zonas del cuerpo haciéndonos enfermar. Provoca neumonía, una dolencia respiratoria grave que actualmente supone la principal causa de muerte infantil en el mundo, aunque según matiza Anders Hakansson, microbiólogo de la Universidad de Buffalo (EE.UU) "S.pneumoniae es un patógeno accidental".
Se conocía la existencia de un estrecho lazo entre la gripe y la infección, causante de la neumonía, por parte de S. pneumoniae , pero se ignoraba porque la bacteria se volvía virulenta. Fue entonces cuando Hakansson y su equipo se propusieron investigarlo.
Descubrieron que el cambio parecía estar desencadenado por la misma respuesta inmunitaria que nos pretendía defender de la gripe. Cuando el cuerpo humano aumenta de temperatura y libera hormonas del estrés (como la noradrenalina) para hacer frente al virus de la gripe, la bacteria percibe esas modificaciones en el entorno y reacciona a ellas. Los investigadores explican en la revista mBio que S. pneumoniae se propaga desde sus colonias habituales, en nuestras fosas nasales, y comienza a expresar genes que causan estragos en nuestras células, especialmente las de nuestro sistema respiratorio.
La capacidad de S. pneumoniae para captar hormonas y otras señales de alteración procedentes de las células humanas es un ejemplo del fenómeno conocido como comunicación entre reinos (en este caso, una bacteria que interpreta señales del reino animal), el cual cada vez es más considerado como mecanismo biológico primordial. Hakansson aclara que S. pneumoniae es una bacteria saprófita de los humanos, por lo que resulta lógico que haya desarrollado mecanismos para interpretar los cambios en su ambiente. Como él mismo explica: "Somos el nicho ecológico de esta bacteria".